La leyenda “El carretón de la otra vida” surgió a partir de una enfermedad que azotó a Santa Cruz: La viruela, mató a miles de ciudadanos y fue tan temida que el solo nombrarla causaba pavor entre mujeres y hombres a fines del siglo XIX.
El «Carretón de la otra vida» era una carroza jalada por bueyes que salía a buscar en las noches a las almas descarriadas para llevárselas al infierno y transportaba a los moribundos y desafortunados desde los terrenos de la capilla Jesús Nazareno hasta las afueras de la ciudad.
Según los testigos que dicen haberlo visto, aparecía después de la medianoche en tiempo de surazo. El carretero era el mismo diablo y el carretón estaba construido con huesos humanos en lugar de madera, siendo su cargamento cientos de cráneos amarillentos.
El grito espantoso del carretero se escuchaba a lo largo de toda la pampa y por las afueras del pueblo. Los bueyes que tiraban el carretón, en lugar de ojos tenían un par de ascuas que destellaban con un rojo intenso. En las noches tormentosas nadie salía por temor a encontrarse con el carretón de la otra vida y su diabólico acompañante
A su paso las ruedas crujientes y los gemidos de los enfermos erizaban la piel de quien se atrevía a permanecer despierto o merodeando las calles de la ciudad. El historiador Walter Ruiz menciona en uno de sus libros: «El carretero hacía sonar un cuerno para avisar a la gente que estaba pasando y así puedan cerrar sus puertas y evitar el contagio».
Fuente: Marca Santa Cruz/Soy Santa Cruz, Bolivia
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