Alianza de Unidad opositora: Un camino lleno de retos

El año 2025 será un año decisivo para Bolivia, donde se definirá la continuidad de un gobierno totalitario o el cambio hacia un modelo incluyente, con mayor participación democrática de los ciudadanos. El 2024 fue un año de transición, marcado por la convergencia de una crisis política y una crisis económica, un periodo complicado para todos los bolivianos.

Por: Abg. Víctor Hugo Callau B.

Las elecciones presidenciales, programadas para la primera quincena de agosto, han generado un intenso movimiento político y dejado diversos temas para analizar. Por un lado, la lucha interna dentro del Movimiento Al Socialismo (MAS) y, por otro, la conformación de la Alianza de Unidad entre los actores políticos de la derecha en Bolivia.

La oposición ha perdido un tiempo valioso. Actualmente, tiene una oportunidad única para acceder al poder, amplificada por el fraccionamiento interno del MAS y la crisis económica del país. Sin embargo, los partidos políticos opositores han hecho muy poco, o casi nada, para aprovechar esta coyuntura.

El 2024 cerró con una oposición desorientada, improvisada, apurada por las circunstancias y sin resolver sus diferencias internas. No lograron articular una estrategia clara que ofreciera esperanza a una población cansada de un régimen autoritario que está destruyendo el país y la economía familiar. Por ahora, la alianza opositora sigue siendo frágil e inconsistente.

La unidad de los partidos opositores es un buen punto de partida. Es positiva y merece ser valorada, pero también debe analizarse en qué se sustenta. Las alianzas son complejas y difíciles de consolidar, especialmente cuando llega el momento de distribuir espacios de poder y definir las candidaturas para presidente, vicepresidente, senadores, diputados, entre otros. En estos momentos surgen grandes dificultades, debido a disputas internas y la lucha por asegurar posiciones estratégicas en cada departamento.

Para que la Alianza de Unidad prospere, es fundamental que los principales líderes políticos prioricen la coordinación, la generosidad y el sacrificio de intereses personales en favor de la unidad que tanto promueven. Sin embargo, actualmente parece que los políticos trasladan la responsabilidad de construir esta unidad a los ciudadanos, cuando en realidad el compromiso debe partir de ellos mismos.

Un desafío crucial para la Alianza es no solo construir la unidad, sino también definir su objetivo principal: acceder al poder estatal y derrotar al autoritarismo. Además, deben proyectar una gestión que recupere la economía, la libertad, la justicia y los derechos humanos. Para lograr esto, la Alianza debe preguntarse si esta unidad realmente tiene la capacidad de ganar las elecciones. ¿Atraen los precandidatos opositores a la ciudadanía? Hasta ahora, la oposición no ha logrado superar su discurso tradicional ni ampliar su base de votantes, que históricamente se sitúa entre el 30 % y el 35 %.

En Bolivia, el electorado se divide en tres tercios: un tercio corresponde a la oposición tradicional, que votará por la derecha independientemente del candidato; otro tercio es el núcleo duro del MAS, que también votará fielmente por su partido; y el tercio restante, compuesto por ciudadanos indecisos, es el que definirá la elección.

Actualmente, los precandidatos opositores no están enfocándose en este tercio decisivo. Este grupo, que busca alternativas, no se siente representado ni por la oposición ni por el oficialismo. Si no se identifican opciones renovadoras que los cautiven, podrían apoyar a un candidato emergente, ya sea de la oposición o del MAS.

En este escenario, la aparición de un líder renovador en la izquierda, como el senador Andrónico Rodríguez, podría cambiar el panorama electoral, debilitando seriamente las posibilidades de reelección del presidente Luis Arce Catacora. En la oposición no se identifica aún a un líder renovador.

Por otro lado, los precandidatos de la Alianza opositora no han trabajado de manera sostenida en la acción política: no han acumulado fuerzas, ni ganado apoyo popular, ni convencido a los ciudadanos. Su falta de preparación y estrategia los coloca en una posición más débil que en 2019, a pesar de las condiciones sociales y políticas favorables para derrotar al MAS.

La Alianza de Unidad aún tiene mucho trabajo por delante. Derrotar al autoritarismo y superar el modelo de gobierno actual, que ha llevado al país a una crisis económica profunda y a un malestar generalizado, requiere un esfuerzo conjunto. Por ahora, la responsabilidad recae en los políticos; los ciudadanos estamos listos para respaldar el cambio urgente que Bolivia necesita.

*Foto: Crédito Erbol.

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