Por: Ricardo Bajo – Periodista
Introducción: vuelve el fútbol tras un mes de vergüenza ajena. Se paró la pelota para cambiarlo todo y comenzar de cero. Vuelve la pelota, el gran negocio de muchos. Hemos cambiado todo para no cambiar nada. Somos hinchas de Giuseppe Tomasi de Lampedusa y nuestra biblia es “El Gatopardo”. Hacemos “cambios” en la superficie (ahora en la comisión arbitral) para mantener el mismo estado putrefacto de las cosas que nos conducen al fracaso. No se salva nadie.
Nuestro fútbol es un fútbol fallido, como esos estados “condenados” a su autodestrucción. La pelota rueda y los estadios lucen cemento. Esta noche estamos seis mil. El fútbol boliviano sigue en pie pero es solo una ilusión. Nuestro fútbol es como esos edificios que resisten tras un terremoto; simplemente aparentan estar ahí.
Nudo: la previa del Bolívar-Always Ready llega precedida por la enésima amenaza de renuncia de Marcelo Claure, el presidente que fracasó a la hora de exigir la anulación del campeonato. Claure es como esos niños ricos/caprichosos que se llevan la pelota cuando las cosas no se hacen como él quiere. Dice Claure que ha perdido “la pasión”, que “es momento de parar y cambiar de rumbo”. Dice Claure que “la vida es demasiado corta para hacer algo que no te llena”. Claure, obsesionado con la longevidad, verá muy pronto el momento en el que Bolívar sobreviva sin él pues no hay nadie más importante que un club.
La vida es corta -es verdad- pero es linda (muchacha) si eres hincha del equipo de tus amores, sin pedir ni esperar nada a cambio. La pasión de muchos dirigentes no son los colores de la camiseta querida, son los colores del dinero (muchas veces, sucio), del anhelo de poder, de las ganas de prestigio/visibilidad social. Cuando uno pierde la pasión por algo, quizás nunca fue su pasión.
Desenlace: la goleada placentera de Bolívar (en modo copero) llega gracias a la apuesta por la posesión de un Beñat que teledirige por celular. El nuevo Always del técnico chileno Rodrigo Venegas luce desconocido, metido atrás, sin saber a qué jugar, muy lejos de la buena imagen que dejó Oscar Villegas. ¿Por qué se lo bajó a las divisiones inferiores? ¿Por qué el “Viru” no va de titular?
Post-scriptum: la ilusión del fútbol boliviano volvió anoche. Pero es solo eso, un edificio en ruinas con puertas reventadas y cristales rotos por doquier. Nadie se anima a derruirlo por completo y construir una casa con cimientos anti-corrupción. Ojalá algún día la casa nueva sea levantada por dirigentes cuya pasión sea la misma que la sufrida hinchada, un pasión genuina y no falsa/impostada por aquellos que nos quieren robar el fútbol, nacido de las entrañas del pueblo.
Tomado de: La Razón
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