La “santa regla”, la poesía de un maestro para los maestros

Toda persona que ha pasado por las aulas de alguna unidad educativa, siempre recuerda con aprecio a sus maestros brillantes, pero también recordamos con gratitud a aquellos que nos ayudaron con la materia que más nos costaba o aquel que nos infundió valor y confianza para afrontar nuestros grandes sueños.

Hay profesores que no se olvidan nunca, sobre todo cuando en la época de los años 70 y 80, tenían una varita mágica (regla) muy fundamental dirigir las clases y enderezar la conducta de los alumnos.

Dester Agreda es periodista y profesor en Ascensión de Guarayos y a través de esos dos oficios nobles, quiso homenajear este domingo 6 de junio a todos los docentes en el día del maestro boliviano.

«La santa regla del profesor»

Autor: Dester Agreda

No se dé que palo era.

Si de Chonta, Tajibo o palo María.

Acaranda’, palo e diablo o tacuara. 

Lo que si recuerdo claro:

Es que de solo mirarla dolía.

El maestro con maestría la manejaba.

Ponga la mano, ponga la otra.

Pobre de aquel que berreaba.

De nuevo con la regla le daba.

Por cualquier cosa era.

O por costumbre o tradición.

 Por qué llegó de último o de primero.

Igual le llegaba la ración.

Pero mi profesor era un gran señor.

Lo que él decía, se hacía.

Se le rendía obediencia, temor y amor.

No habían psicólogos ni defensorías.

«Las letras entran con sangre»

Así decía la escuela de ayer.

Es que la sangre es buena también.

Cuando los fines son para bien.

Recuerda: Cristo su sangre derramó.

Por los pecados de la humanidad.

Y el vino en su sangre convirtió.

Para darnos sabiduría y santidad.

Agradezco la regla del profesor.

Con ella mi rumbo enderezó.

Con dureza disciplina y honor.

Su mente y su fuerza esforzó.

Pero más gracias a la vida doy.

mi padre fue mi primer profesor.

Con su santa regla en mi vida infundió.

Principios, honra y valor.

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